Monday, February 15, 2010

VIGILANTE (1982)*

Muchas Blaxplotation presentaron a héroes negros al margen de la ley, imponiendo su justicia a sangre y fuego mediante métodos bastante violentos. Títulos como Gordon´s War (1973), Trouble man (1972), Truck Turner (1973), Slaughter (1972), Slaughter ´s Big Rip-off (1973), The Black Six (1974), Three Tough Guys (1973) o incluso las aventuras del mismísimo Shaft son buenos ejemplos de ello.



Pero fue El justiciero de la ciudad (1974) película dirigida por Michael Winner y realizada a la mayor gloria de Charles Bronson la que puso de moda al vigilante urbano. El film, uno de los títulos más emblemáticos del cine de acción norteamericano setentero, incidía en los instintos más básicos del espectador de la época: desánimo ante el declive del sistema político occidental, la situación de crisis económica, dudas ante la efectividad de las fuerzas del orden, el evidente aumento de la criminalidad…. La temática no era novedosa. Innumerables westerns y películas de cine negro habían presentado ideas similares en contextos parecidos. Sangrientos pistoleros y personajes al margen de la ley habían escenificado todo tipo de venganzas en innumerables euro-westerns (uno de sus temas de cabecera). Pero lo que distinguía a la película de Bronson de otros modelos era mostrar una violencia sin tapujos desencadenada en una ciudad moderna, cuna del desarrollo humano.


Ya en los años precedentes, el cine había presentado a policías en la cuerda floja legal en títulos tan importantes como French Connection/Contra el imperio de la droga (1971) y Harry, el sucio (1971), convertidas con el paso del tiempo en auténticos clásicos. Muchas de estas películas, explotaron las situaciones violentas sin ningún tipo de rubor como la sangrienta saga de El exterminador. Otras, las más minoritarias, reflexionaron con agudeza sobre la figura del justiciero urbano, sus frustraciones y la propia sociedad que los generaba, caso del excepcional Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese, con un fascinante y posteriormente imitado Robert de Niro. Otros títlulos reseñables en la modalidad serían El ex-preso de Corea (1977, John Flynn), A la caza (1979, William Friedkin) y Ms45 / Ángel de venganza (1981, Abel Ferrara). Esta última es doblemente destacable, porque el viril justiciero era sustituido por una afligida e inocente joven, violada dos veces el mismo día, que eliminaba de forma contundente a sujetos poco recomendables.


Ya en los 80, y saltándonos la maraña de subproductos que invadieron los estantes videocluberos podríamos recuperar la estimable Vengador/Punisher (1988), primera y sin duda superior adaptación del personaje de comic creado en el seno de la Marvel tétricamente interpretado por Dolph Lungrend, acompañado en sus andanzas por el insustituible Louis Gosset, Jr.


En los últimos años parece haber un repunte de la temática en títulos dispares con clara vocación Blockbuster como la magistral Mystic River (2002), la muy resbaladiza La extraña que hay en ti (2007), la expeditiva y funcional Sentencia de Muerte (2006), la muy comercial Taken/Venganza (2008), la exitosa Gran Torino (2009) e incluso inesperadas incursiones británicas como Outlaw (2006) o la muy reciente y recomendable Harry Brown (2009), en la que un inesperado Michael Caine con todos sus achaques y a sus 77 años de edad vuelve a las calles para aplicar la ley del talión.


Vigilante (1982), la segunda película oficial del olvidado William Lustig es un título a recuperar. Una obra de escaso presupuesto hábilmente hilvanada y que juega inteligentemente sus cartas dentro de la temática que nos ocupa. Este western urbano, consecuencia directa del exitoso film de Bronson (de hecho, coincide en el tiempo con su secuela, llamada explícitamente en España Yo soy la Justicia), cumple las reglas básicas de estos films. La visión tétrica y sórdida de un Nueva York carente de justicia donde la ley la imponen un grupo de vigilantes (comandados implacablemente por The Hammer) se contrasta con la experiencia de un hombre cuya familia es destrozada por un grupo de pandilleros, uno de los cuales asesinará brutalmente al hijo del protagonista.


La película contiene todos los ingredientes del subgénero, pero su deshilvanada narración, las violentas escenas brillantemente estilizadas (los asesinatos adoptan la forma de auténticas ejecuciones) y la frialdad de sus imágenes muy bien apoyadas por su cuidada fotografía, la convierten en una obra menor aunque reivindicable. Robert Foster protagoniza este título donde nuestro Fred Williamson le roba por momentos el protagonismo organizando un grupo de vigilantes, persiguiendo a algún que otro desaprensivo y en uno de los momentos menos políticamente correctos de la cinta lanzando una arenga a favor de la autodefensa que puede dejar perplejo a espíritus moderados y cuidadamente progresistas. La película fracasó aunque fue recuperada posteriormente gracias al miniculto alcanzado por alguno de sus protagonistas: los citados Foster y Williamson, a los que hay que unir a Woody Strode , Joe Spinell e incluso el músico Willie Colon.


*El presente texto apareció anteriormente integrado en un artículo que escribí sobre el director William Lustig para la publicación vallisoletana "20 ML" y que posteriormente recuperé para "Psychotronic Kult Video". Tan solo he modificado y actualizado algunas partes del mismo.

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